viernes, 24 de abril de 2020

Historias de la Cuarentena - Un enemigo conocido reaparece

Jacinto había celebrado hace poco sus 60 años. Todo era alegría. De pequeños jugábamos frente a su casa. Parábamos dos hileras de ladrillos en cada extremo, simulando los arcos y comenzaba a rodar el balón. El terreno de juego era lastre y piedras. Esos pequeños, los hijos de Jacinto, incluyéndose, son mis amigos y familiares. 

Ya no jugamos más en el portal de la casa de Jacinto, nos mudamos a poquísimos metros. Cambiamos el lastre por el césped natural. Ahora el reducto es el Estadio Catarama, así le pusieron nuestros padres a esa cancha, porque antes del césped, el terreno estaba lleno de esa planta de espinas, hojas redondas y una florecilla azul acampanada.

Mi papá comenta que Jacinto era uno de los mejores centrocampistas defensivos. Mi posición favorita en el fútbol. Nunca lo vi jugar. Él había colgado los botines cuando ya tuve uso de razón. Yo si corrí con más fortuna; a sus 62 años aún veo jugar fútbol a mi papá y hasta lo hemos hecho juntos.

Hace unos días Jacinto enfermó. Un enemigo conocido. El dengue. La situación se complicó y sumado al colapsado sistema de salud, terminaron por mermar su estado. Fue rápido. Ayer dejó de existir. No pude evitar recordar todas esas anécdotas. Ninguno de esos pequeños que jugábamos frente a su casa pudimos despedir a ese buen amigo.

Como el caso de Jacinto hay muchos más. Comunidades afectadas completamente. El dengue también está llevándose a amigos y familiares. Los casos siguen en aumento. Montecristi es uno de los más afectados. Mucho cuidado.

Aquí la nota en La Marea:



Eisser.

miércoles, 22 de abril de 2020

Manipulación Escandalosa

En el mundo existe gente manipuladora. No se necesita de mucha inteligencia ni dinero para ser manipulador. Basta hacer un pequeño acto por las masas y tienes a la gente a tus servicios, incluso para defenderte si las cosas se ponen difíciles. Ese pequeño acto, puede ser, donar algo que le brinden terceros y ellos se encargan de repartir, sin mencionar al verdadero benefactor; o mencionarlo a medias, pero siempre llevando el crédito. Hay tantas formas de reconocerlos. Detrás de esto, siempre se busca un beneficio personal y económico.



Wikipedia (me gradué en la ULEAM con citas de Wikipedia, así que no me digan nada :D) menciona que, “la manipulación se produce cuando UN INDIVIDUO o grupo de individuos, ejerce una TOMA DE CONTROL del comportamiento DE UNA PERSONA O DE UN GRUPO, utilizando TÉCNICAS DE PERSUASIÓN o de sugestión mental”.

El manipulador busca aprobación; busca hacerse la “vístima”, siempre. Muestra que ha sido agredido y atacado por otros grupos, para que las personas le brinden su apoyo, cuando muchas veces el verdadero agresor es el manipulador mismo. Al día siguiente, a pesar de las supuestas agresiones, vuelve al ruedo como si nada. Simplemente, tenía que aparecer públicamente, para que todos lo vean "empoderado" y las personas sigan estando de su lado.

Tiene engañado, incluso a los familiares; y los pone en conflicto con otros integrantes de la familia que no están a favor de sus intereses. Esto si es muy delicado. Es la parte más ruin de un manipulador. Es la parte que más detesto: dividir a la familia.

Las personas manipuladoras tienen dos tipos de seguidores:
  1. Las personas que no ven el verdadero trasfondo del asunto. Muchas veces por falta de educación y mucha ingenuidad. Ellos no tienen culpa alguna. Y,
  2. Las personas que se valen de ese manipulador para obtener algún beneficio. Si te ayudó a conseguir un bien o servicio, por ejemplo. Estos serían además, cómplices. Y pierden credibilidad una vez que defienden a un manipulador. 
Esto siempre será así. No hay nada que logre cambiar esta situación. Y me resulta muy triste está situación, pues es más común de lo esperado.

Eisser. 

Historias de la Cuarentena - La otra cara de la moneda

Hace días, publiqué una nota en el periódico La Marea, que circula en la ciudad de Manta, Ecuador. Había una sección en donde se exponen las experiencias que tienen las personas en este aislamiento por la COVID-19. Entonces decidí hacer lo que me gusta: escribir.

Conversé con uno de los periodistas y accedió a publicar la nota. Me informa que hay un límite de 1500 palabras. Para eso, yo ya la había escrito y tenía el doble de palabras. Me tocó resumir. Pero originalmente, estaba así:

Entramos a casa el 17 de marzo. Mi mayor preocupación era que mi esposa, Erika, había tenido contacto directo con alguien que había dado positivo. En el transcurso de los días ambos tuvimos tos y en mi caso algo de malestar corporal. Siempre he pensado que soy fuerte y siempre me he mostrado seguro, pero esta vez había mucho temor en mí. No me reconocía. Decidí comer y beber las cosas que hacía Erika y que la veía preparase a diario por la forma que lleva ella de alimentarse. Hasta aprendí a hacer un té con jengibre, limón y cúrcuma cuando la ansiedad me consumía o sentía un leve ardor en mi garganta. Así pasamos hasta el 30 de marzo; completamente encerrados.

Hasta que llegó el momento de ir de compras. El simple hecho de salir me aterraba, pero era yo quien debía hacerlo. Erika siempre se ha encargado de las compras. Yo no sé diferenciar el queso mozzarella del parmesano, pero ahí estaba yo, camino al Supermaxi a sacrificarme por la manada. Comenzó el trajín. No traje el queso mozzarella correcto, ni el Olimpia era del color que ella quería. La carne molida tenía grasa y en las indicaciones decía que no debía contener porcentaje alguno. Traje un paquete completo de Stevia y no los sobres solicitados. La Chía la conseguí en un combo con otros productos y el spaghetti no era el adecuado para la carbonara que 'la chorrona' pensaba hacer.

Después de unos días fui a ver a mis papás. Eso sí, desde la puerta de su casa y sin contacto físico alguno. Inventé la excusa de llevar unas fundas de jengibre a mamá, y en mi caso, recoger la máquina de cortar cabello de mis hermanos para intentar raparme la cabeza en un acto desesperado por hacer alguna actividad.

Mi trabajo es estar en las empresas tratando de solucionar problemas informáticos. Hoy no tengo problemas informáticos ni empresas abiertas. El problema es con los bancos ahora; y eso lo solucionaré algún día. Y sinceramente, no me importa comenzar de cero, mientras mi familia y todos nosotros estemos bien.

Veía, día a día, el reporte de infectados que emite el Gobierno. A estas alturas esas cifras son una vil mentira. Hace semanas me faltaba tiempo para ver mis series favoritas. Ahora veo un par de capítulos y me es suficiente. He arreglado mi oficina y ya se ve decente. Junto a mi esposa he aprendido a hacer cosas en la casa, ya que decidimos no exponer a nuestra empleada (una muy buena persona) a venir en toda esta tempestad. No lo hago feliz, pero tampoco puedo dejar de hacerlo. Hoy no siento la tos, ni ningún síntoma alguno. Igual mantenemos el aislamiento hasta que sea necesario.

Mi esposa y yo aún tenemos un pan sobre nuestra mesa. En mi familia, todos se encuentra bien de salud en lo que cabe. Mis problemas, tan superficiales y banales, contrastan con mucha gente que prefiere salir para buscar el sustento diario sin importar que un virus mortal ronde por ahí. Gente que ha perdido familiares y se encuentran desconsolados. Familias enteras que sufren por el estado de sus parientes mientras están conectados a tubos para respirar en una UCI. Esa, queridos amigos, esa es la otra cara de la moneda, la verdadera.

Y para ver que pasó con la nota. Quedó así:


Eisser.